Nora Lustig (Buenos Aires, 1951) es una de las economistas latinoamericanas más destacadas de la actualidad. Su carrera ha discurrido, desde siempre en tres carriles: desarrollo, desigualdad y pobreza, ramas a la que llegó, por simple observación, cuando su familia se mudó a Estados Unidos en la década de los sesenta. “Noté un gran salto en el nivel de vida”, explica mientras apura una botella de agua con gas en un hotel del sur de Ciudad de México. Y empezó a hacerse preguntas: “Era una época en la que ni mucho menos estaba de moda estudiar la distribución del ingreso. Aún se asociaba la desigualdad a ser comunista o radical de izquierdas. Ya no: se ha gentrificado totalmente, la disciplina se ha transformado y está en todas partes”, explica la profesora de Economía Latinoamericana de la Universidad de Tulane (Nueva Orleans) y presidenta emérita de la Asociación de Economía de América Latina y el Caribe (Lacea).