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El asesino que manipulaba las fiambreras

Klaus O., un cerrajero de 58 años, preparó en el sótano de su casa durante años un macabro aliño para el desayuno de sus compañeros. Lo hizo entre 2015 y 2018. De allí salieron las dosis que introducía en los bocadillos y las bebidas que sus colegas ingerían cada mañana en la sala de descanso de la compañía alemana en la que trabajaban. Fabricaba unos polvos blancos que contenían plomo, mercurio y un compuesto de cadmio. Cuando nadie miraba los envenenaba. 

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