Arcadia Ramírez tenía 16 años sin ver a sus hijas cuando denunció su desaparición ante la justicia salvadoreña. Julita, de 14 años, y Carmelina, de siete, fueron raptadas por soldados en 1981, durante la infame masacre de El Mozote. Esa masacre, al inicio de la guerra civil salvadoreña, ya cuenta 989 víctimas en un censo oficial aún abierto. La testigo clave de la desaparición se llama Ester, la última persona que conversó con las niñas Ramírez. Pero ella ya no puede declarar. Todo lo que queda es su testimonio por escrito, el que dio en la corte en 1997, pero que en 2020 ya no puede repetir, porque su salud no se lo permite.