Fueron cinco años que cambiaron el mundo. Entre 1925 y 1930 las nuevas tecnologías de grabación eléctrica alumbraron el repertorio que casi un siglo después sigue definiendo lo que identificamos como músicas del mundo. Estilos como el son, el jazz, el hula, el tarab, el tango o la samba fijaron sus fórmulas en La Habana, Nueva Orleans, Honolulu, El Cairo, Buenos Aires o Río de Janeiro, puertos coloniales transformados por la algarabía migratoria y un capitalismo que empezaba a ser global.