Suavemente ribera, Premio Generación del 27, se inscribe en una senda que han recorrido autores como Vicente Gallego, Basilio Sánchez o el añorado Antonio Cabrera. La aleación entre observación e introspección se proyecta aquí sobre un mundo perecedero que aún parece regirse por los ciclos estacionales, la partitura del silencio y la cadencia de la lentitud (de ahí esa filiación con la slow poetry, según la bautiza Aurora Luque en la contracubierta del libro). En estos versos dialogan el espectáculo de la naturaleza y la sabiduría proverbial del haiku, que se formula a modo de pincelada acuarelística o plegaria panteísta: “aire de otoño, / desmoronada peña, / árbol de orilla: / suavemente ribera / mientras el tiempo pasa”.