La muerte no es una democracia que iguala a todas las personas. La muerte es, muy al contrario, la peor de las desigualdades. Y el nuevo Atlas Nacional de Mortalidad en España, que explora casi 10 millones de fallecimientos entre 1989 y 2014, revela “diferencias geográficas muy importantes”, según alerta el estadístico Miguel Ángel Martínez Beneito, autor principal del trabajo, el más detallado hasta la fecha.