Cuando el presidente de la Federación Española de Bádminton, David Cabello, negociaba con el Ayuntamiento de Madrid la organización de un torneo internacional la economía mundial estaba sumergida en una crisis económica que no animaba a aventuras. Era 2009. Uno de los argumentos que utilizó para convencer al municipio fue la posibilidad de utilizar el campeonato como escaparate para jóvenes deportistas que, de otra forma, no habrían tenido la posibilidad de disputar ese tipo de competiciones. Aquel año habían invitado al torneo a una joven de 15 años que estaba a punto de despuntar: Carolina Marín. Ahora, campeona olímpica y tricampeona del mundo, su carrera está ya en los libros de historia y su imagen es una de las más potentes del deporte español en el territorio asiático.