Fue un solo disparo. La detonación resonó a la orilla del río kipla Tingni, amplificado por el eco natural que provoca la naturaleza casi intacta del territorio indígena Wangki Twi Tasba Raya, en el Caribe norte de Nicaragua: un paraje surcado de riachuelos, cubierto por altos árboles y una fauna susurrante. A tan solo siete minutos de la ribera, en la comunidad miskita de Santa Clara, Berty Wislaw German escuchó el disparo, seguido del grito de sus dos sobrinas, quienes habían ido al río para bañarse. La mujer corrió en dirección a los gritos y encontró a Jahaira Lacayo Wislaw, de 17 años, con la dentadura fracturada por un proyectil.