Apoyada en su bastón se asoma con parsimonia al ventanal y se detiene varios segundos tras los vidrios y en silencio. Un cielo azul brillante y un trasiego de viandantes que recorre el paseo de Recoletos de Madrid ponen fondo a su figura enmarcada entre largas y elaboradas cortinas burdeos, frisos de madera tallada, alfombras y centenares de libros. “En cada esquina veo belleza que se ha construido a lo largo de siglos, arte, música, maravillosa arquitectura… ¿Cómo podemos permitir la posibilidad de que todo se destroce junto a nuestras vidas? Las preciadas vidas de todos y cada uno de los seres humanos”, reflexiona a sus 88 años la japonesa Setsuko Thurlow, superviviente del ataque atómico que Estados Unidos perpetró contra la población de Hiroshima en agosto de 1945 y que junto a la bomba en Nagasaki mató a más de 200.000 civiles.