En varias épocas, y a falta de otro relato, el Real Madrid se explicó a partir de lo que provocaba en las áreas: matador arriba, milagrero en la portería. El derrumbe del curso pasado también sucedió en esos dos territorios: la marcha no suplida de Cristiano se cruzó con una transición inacabada en la meta, de Keylor Navas a Thibaut Courtois. Todavía sin un arreglo para el gol —después de Benzema, los máximos anotadores son Ramos, un central que tira los penaltis, y Rodrygo, fuera de la lista contra el City—, el resurgimiento de este Madrid de Zidane sigue el hilo del desbocado año de Courtois: del mareo en un descanso al cabezazo casi ganador del último segundo.