Jorge González es químico farmacéutico y dueño de una pequeña cadena de farmacias independientes en Chile. Hasta el año pasado contaba con dos locales, ubicados en las comunas de Quilicura e Independencia —dos sectores de ingresos medios en la capital, Santiago— y había conseguido un crédito para abrir otros dos establecimientos. Una semana antes de la apertura de los nuevos locales se produjo el estallido social y dos de ellos fueron saqueados e incendiados. Entre ellos, el de Quilicura, que era el que dejaba las utilidades de la empresa. “Perdí mi mejor local”, se lamenta. “La empresa se ha visto muy afectada, tuvimos meses supercomplejos. Me di un plazo hasta este año para ver cómo están las cosas y, si no hay solvencia ni liquidez para seguir funcionando, me voy a ver en la obligación de cerrar el negocio”, asegura.