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Clásicos

Cuenta la leyenda que el gran historiador de la literatura italiana Francesco de Sanctis, maestro de Benedetto Croce y autor de un estudio canónico sobre el poeta de la Comedia, ya en su lecho de muerte llamó a su hijo y le susurró: “¡Me aburre Dante!”. No quería dejar este mundo con ese peso en el alma, que nada tenía que ver con la gloria de Alighieri sino con él. Aún más sincero y sin esperar a las postrimerías fue Victor Hugo cuando atendió a un joven escritor. “¿Cuál es su autor favorito?”, le preguntó, paternal. El joven repuso tímidamente que Goethe. “¡Ah, el genial Goethe!”, se esponjó Hugo, “¡Fausto, Ifigenia, Wallenstein…!”. Aún más tembloroso, el aspirante se aventuró a señalar que Goethe no escribió Wallenstein. “Joven” —le amonestó Hugo en tono severo— “yo no necesito leer a Goethe para saber que fue un genio”.

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