La llegada de Donald Trump a la presidencia de EE UU fue el punto de partida para el arranque de una etapa en la que el libre comercio y el multilateralismo como forma de entenderse entre grandes bloques económicos fue suprimida por el proteccionismo. Trump inició una guerra comercial sin precedentes contra China, a la que acusaba de todos los males que sufrían los estadounidenses. El mal se llamaba déficit comercial. Desde principios de la década del 2000, la primera economía del mundo sufrió un proceso de deslocalización industrial sin precedentes que le llevó a pasar de ser exportador a importador y a depender de China, la gran fábrica del mundo. El déficit comercial con China (la diferencia entre los bienes que compra y vende) se ha multiplicado por cinco en los últimos 20 años hasta superar los 600.000 millones de dólares. En 2019 fue el primer año desde 2009 en que ese desfase se redujo. Los aranceles a las ventas de China estuvieron detrás de esa reducción.