El número de infectados por el coronavirus en España ha superado el medio millar de personas, y prosigue el goteo de fallecidos. La lógica inquietud que pueden provocar estas cifras no debe hacer que se pierda la perspectiva esencial: en un proceso condenado a ser exponencial por la facilidad con que se transmite el virus, tan importante como el número de afectados es considerar la velocidad a la que se propaga la enfermedad. Es en este último aspecto donde pueden tener mayor impacto las decisiones adoptadas por las autoridades sanitarias, así como las precauciones que asuman los ciudadanos. Que la situación empeoraría, y que puede hacerlo aún más, está dentro del cálculo de probabilidades. Pero que no escape al control es el esfuerzo que debe convocar a los poderes públicos y a los ciudadanos, cada cual desde sus competencias.