Finlandia ofrece al que la visita naturaleza en estado puro, prácticamente intacta: altos bosques salpicados de lagos perfectos, ríos para practicar el kayak y el piragüismo y una fantástica red de parques nacionales con senderos bien señalizados y cabañas encantadoras donde pernoctar. Los osos y los alces están al alcance de casi todos. Este país nórdico de cinco millones y medio de habitantes tiene varias caras y muchas luces diferentes. En verano, se ilumina por la claridad del sol y los finlandeses intentan absorber hasta el último rayo para después soportar los largos y oscuros meses de invierno. Es tiempo de festivales, de música, exposiciones de arte, cruceros por el lago, cervezas al sol de medianoche, días idílicos en recónditas casitas junto al agua y animados mercados. Con la llegada del invierno, todo el país se cubre de blanco y el frío hiela la mayoría de lagos. Es el momento de esquiar y de hacer excursiones en trineo o motos de nieve bajo el pálido sol invernal y contemplar auroras boreales después de una reconfortante sauna. La nota urbana la pone Helsinki, rodeada por el Báltico, con su arquitectura moderna, bares a la última y restaurantes en isla donde se puede comprobar la pujanza de la nueva gastronomía finlandesa.