Quién nos iba a decir, después de tanto hablar de las catastróficas amenazas del cambio climático, de la automatización o del terrorismo internacional, que la gran disrupción llegaría de la mano de un bicho microscópico.
Quién nos iba a decir, después de tanto hablar de las catastróficas amenazas del cambio climático, de la automatización o del terrorismo internacional, que la gran disrupción llegaría de la mano de un bicho microscópico.