En el imaginario colectivo la acelga es una verdura triste. Incluso tristísima. Evoca platos que suenan casi a condena y alimentación frugal. De ahí que lo de ‘tener cara de acelga’ como sinónimo de tener mala cara no juegue muy a favor de esta verdura. Sin embargo, es rica en nutrientes, muy versátil en la cocina y aporta muy pocas calorías. Además, una vez cocinada adopta una textura muy suave. Vamos, que es hora de romper una lanza a favor de la acelga.