En Burkina Faso, un gran número de agricultores mossi que viven en la meseta central y en regiones norteñas densamente pobladas han emigrado al sur del país. La mala gestión de los recursos y el descenso de las precipitaciones han acelerado la degradación de la tierra. El rápido crecimiento de la población, junto con los elevados índices de migración rural interna y 30 años de desecación, han dado lugar a un uso intenso de la tierra y esto ha producido un cambio en la cobertura del suelo en todo el país.