Existe la noción de que acurrucarse cuerpo con cuerpo en el mismo lecho es norma de obligado cumplimiento en cualquier relación que se precie, y que saltársela indica frialdad conyugal, cuando no una pobre vida sexual. Dormir juntos, por el contrario, se asocia con compromiso y romanticismo. Por eso resulta improbable que alguien que practica el distanciamiento nocturno lo confiese a sus amigos o compañeros de oficina; dormir en camas separadas es uno de los grandes tabúes que rodean el ámbito de la pareja. Pero la realidad desmonta los tópicos.