Apenas nos acabábamos de saludar cuando Vicente Todolí nos entregó una cartulina plastificada con dibujos relativos a una veintena de cítricos. Sorprendido, me detuve observando aquella hoja ilustrativa que nos iba a acompañar en la visita al huerto de su propiedad en el termino de Palmera (Valencia). No pude evitar que semejantes figuras me recordaran las láminas de los guisantes que Gregor Mendel utilizaba para representar sus leyes genéticas. Había oído hablar de la locura hortofrutícola de este experto en arte, profesional de currículo apabullante, pero nunca me había imaginado el alcance cultural y gastronómico de su capricho.