No por esperado resulta menos impactante el hundimiento del empleo en marzo. Las medidas de congelación de la actividad económica a partir del día 13 han provocado una caída en picado del empleo y un aumento en flecha del paro registrado que no tiene parangón desde la gran crisis financiera de 2008. La pérdida de 834.000 afiliados a la Seguridad Social, el aumento de 302.000 desempleados durante el mes y el brusco aumento del número de parados hasta los 3,5 millones de personas define una devastación del mercado laboral que solo es explicable por el efecto de acontecimiento catastrófico que tiene la pandemia de la Covid-19 y por la concentración de los efectos perversos de la anomalía sanitaria en un corto periodo de tiempo. A diferencia de 2008, cuando la destrucción de puestos de trabajo y desbordamiento del paro se fue produciendo de manera lenta y constante durante meses, los efectos del coronavirus se asemejan a un colapso, producido en apenas un mes. De un plumazo, la lenta mejora de los indicadores laborales ha retrocedido una década.