Como la gran ola de la estampa japonesa del pintor Katsushika Hokusai avanza la incertidumbre: sin que podamos hacer nada para contenerla. Observamos en silencio. Pedimos perdón por nuestras quejas. Sabemos, nos dicen, que siempre habrá alguien peor que nosotros. Que siempre puede ser peor. Y ahora, en una situación tan excepcional y grave como la actual, lamentarse de lo propio se traduce de inmediato en culpa. Podría ser peor. Podríamos estar peor. El privilegio de la culpa o la culpa del privilegio. Cuidado con la ola.