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Pasar la cuarentena en plena calle

En las barriadas pobres de Manila la vida se hace en la calle. Las diminutas chabolas, apiñadas y apretadas, albergan familias numerosas en espacios mínimos y asfixiantes de escasos metros cuadrados, donde el calor del trópico suele ser insoportable. La calle es una extensión de su vivienda. En ella se bañan, cocinan, lavan los platos, juegan, pasan el rato o velan a sus muertos. Las casas se usan solo para dormir, hacinados en improvisados camastros o, directamente, en el suelo. A veces, el espacio es tan limitado que tienen que dormir por turnos.

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