La verdad es también víctima de la Covid-19. Son muchos los países en los que los medios de comunicación están controlados por el Estado y el acceso a Internet se realiza bajo una censura extrema. Pero pocos lugares del planeta serían capaces de superar a la república exsoviética de Turkmenistán, donde las autoridades han prohibido usar la palabra “coronavirus”, una manera taxativa de suprimir cualquier información sobre la pandemia que azota a todo el planeta. El término ha desaparecido incluso de los folletos médicos distribuidos en escuelas, hospitales y centros de trabajo, según los datos recabados por Reporteros Sin Fronteras (RSF), que detallan cómo policías vestidos de paisano detienen a los transeúntes que hablan sobre el coronavirus en las paradas de autobús y en las colas de las tiendas, o también a quienes usan mascarilla. El régimen que con mano de hierro conduce Gurbanguly Berdimuhamedow ha hecho gala de extravagancias, como encargar una estatua ecuestre de seis metros sobre mármol blanco y chapada en oro o prohibir los coches de color negro, pero su actitud ante la emergencia sanitaria es irresponsable y roza lo delictivo al dejar a la población desprotegida.