Hace algunos meses en una diminuta librería de Madrid localicé la primera edición del Manuel des Anphytrions (Paris 1808), libro rarísimo que durante estas últimas semanas y junto a otros documentos de la época he leído con deleite. Por sorprendente que resulte, su autor, Grimod de la Reynière, primer periodista gastronómico de la historia, pionero en un genero que arranca a principios del XIX, carecía de manos. Se alimentaba y escribía con la ayuda de unas prótesis diseñadas para compensar la sindactilia congénita que condicionó su vida desde pequeño, defecto que ocultaba tras unos aparatosos mitones. Con sus agudos escritos precedió a Brillat Savarin (Fisiología del gusto,1825) y por supuesto a Alexandre Dumas (Grand Dictionnaire de Cuisine 1873), figuras eximias de la literatura decimonónica francesa.