La revelación de que algunas mascarillas enviadas por el gobierno japonés a los ciudadanos están manchadas, tienen vellos humanos y hasta insectos, ha dañado la popularidad del primer ministro Shinzo Abe y de sus medidas para hacer frente a la pandemia de coronavirus. Abe anunció el pasado 1 de abril que destinaría 400 millones de euros para que la administración japonesa comprara y enviara dos mascarillas lavables a 58 millones de hogares. Procuraba hacer frente así a la escasez de estos productos higiénicos, que se encuentran habitualmente en supermercados y farmacias por unos tres euros las 50 unidades.