La ilusión de haber encontrado la salida en un laberinto de espejos. La decepción instantánea al descubrir que en realidad hemos chocado con otro gran espejo. Seguimos buscando. Más reflejos, confusión. No hay una salida para infancia. No todavía. Pienso que quizás quien construyó el recorrido se olvidó de ella. Que no la tuvo en cuenta. ¿Otra vez?