Antes del 15 de marzo de 2020, solo el 4,3 % de los españoles trabajaba a distancia, casi un punto por debajo de la media europea (5,2 %). Al día siguiente, eran millones. La cuarentena impuesta dentro del paquete de medidas para luchar frente a la pandemia del coronavirus hizo que ciudadanos y empresas de países repartidos por todo el mundo tuvieran que transformar radicalmente sus rutinas laborales o académicas. Superado ya el primer mes, y con el horizonte de otro periodo igualmente prolongado por delante, cabe preguntarse si la adaptación ha sido todo lo efectiva que debía ser. ¿Rendimos menos, igual o, por el contrario, más que cuando asistíamos físicamente a clase o a la oficina?