El quinto domingo de cuarentena en Brasilia (19 de abril), Jair Bolsonaro, de 64 años, participó en un acto multitudinario contra las medidas de aislamiento por el coronavirus. Bolsonaro se mantiene firme como el único presidente de una democracia que niega la gravedad de la amenaza mientras insiste en que una hecatombe económica será mucho más letal que esta crisis sanitaria. Ya no repite que la covid-19 es un resfriadillo o que cualquier brasileño sobrevive a bucear en una alcantarilla. Haciendo caso omiso a las recomendaciones sanitarias más básicas, saludado por cientos de seguidores arracimados sin mascarillas que gritaban “mito, mito”, los arengó desde la distancia entre toses que intentó frenar echándose la mano a la boca. El jefe del Estado más poblado de América Latina tenía dicho que nadie iba a cercenar su derecho de ir y venir como quisiera.