El 2020 fue bautizado como “super año” para el activismo que aceleraría la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS, SDGs, en inglés, o Globalgoals). A principios de 2020, estas metas globales habían ido calando más y más en las diferentes estructuras de la sociedad, y todas nuestras instituciones, en mayor o menor medida, habían intentado analizar su papel en la agenda de desarrollo mundial. Cinco años después de su firma, parecía que por fin estábamos progresando. La conversación se estaba produciendo y los primeros compromisos empezaban a llegar.