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De construir a sembrar: llega el primer jardín Vitra

“El jardín Oudolf es, en cierto sentido, una reconciliación. El primer edificio del Vitra Campus, levantado en 1950, se construyó en el maravilloso prado donde yo jugaba de niño. 70 años después de la destrucción de aquella pradera, crece un nuevo jardín”. Rolf Fehlbaum resume así a EL PAÍS la nueva y simbólica incorporación al micro-mundo arquitectónico más famoso del planeta impulsado por él a lo largo de toda su trayectoria. Fehlbaum, que hace cuatro años dejó la presidencia de su empresa en manos de su sobrina Nora Fehlbaum, fue el primer cliente de Zaha Hadid. Le encargó una estación de bomberos que hoy funciona –en el campus– como un recinto expositivo. Este empresario alemán –que produciendo en Europa los diseños de los Eames convirtió Vitra en un referente mundial– también le encargó a Frank Gehry su primer edificio en Europa –un museo anterior al Guggenheim de Bilbao–. E hizo lo mismo con Tadao Ando. Esos inmuebles conviven con intervenciones de Herzog & de Meuron (autores del VitraHaus), Álvaro Siza y Nicholas Grimshaw –que firmaron las fábricas–, Kazuyo Sejima –ideóloga del exquisito almacén logístico– y un listado cada vez más largo por el que desfilan Renzo Piano –y su prototipo de vivienda mínima Diógenes–, una estación de servicio de Jean Prouvé (recuperada) o una de las futuristas cúpulas DOMO de Buckminster Fuller que él mismo patentó en 1954. Esa colección de arquitecturas convivirá ahora con el jardín diseñado por uno de los paisajistas más radicales del momento: el holandés de 75 años Piet Oudolf.

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