“¿Pero qué mas puedo hacer?”, se pregunta insistente Carlos Rivera (Huamantla, 1986). Sentado en una silla del estudio improvisado que ha montado en su hogar, y ante una cámara que ofrece de él un plano ligeramente picado, el cantante mexicano expresa su impotencia por convertir en tangible lo anhelado en una situación crítica. En el momento de la entrevista, México sufre el número más alto de contagios y fallecimientos desde el inicio de la crisis del coronavirus. Mientras celebra el proceso de desescalada en España, que abandonó pocas horas antes de la declaración del estado de alarma en plena gira promocional, esta “flor en el desierto” de la balada latina le canta ahora a la esperanza y a la resiliencia, dos cualidades clave en su carrera.