Hoy está todo más expuesto que nunca pero, al mismo tiempo, la verdad es más difícil de reconocer. Por eso, un recurso estético tan sencillo como tapar la cara se ha convertido en la metáfora perfecta para descubrirnos. La era post Covid-19 no puede entenderse sin los enmascarados y las máscaras, que dicen adiós al estigma de peligrosidad para convertirse en el instrumento más identitario a nuestro alcance. De ser un signo de ilegalidad, de ocultamiento y de terrorismo, con la nueva normalidad la máscara se ha convertido en un símbolo de comunidad, de solidaridad, de empoderamiento.