Hasta donde me alcanza la memoria, fui siempre un chico solitario que observaba el mundo, sus usos y costumbres, con tanta curiosidad como insatisfacción. Y que se evadía tan a menudo como le era posible en las películas, los espectáculos, los libros, las fotos, las imágenes. Era silencioso y dibujaba sin parar, reproduciendo lo que había visto. Redibujaba el mundo embelleciéndolo, construyendo mi propia historia de la moda y de la decoración, idealizando lo que me rodeaba.