No es la construcción más conocida de Frank Lloyd Wright (Wisconsin, EE.UU., 1867-1959), pero quizá sí la que dice más de la evolución de su obra. El maestro de la arquitectura orgánica y autor de edificios que, como la sede helicoidal del Guggenheim de Nueva York o la casa Fallingwater (Mill Run, Pensilvania), son hoy Patrimonio Mundial de la Unesco, empezó en 1897 Taliesin, la finca en la que construiría su propia casa, su estudio y su escuela de arquitectura, y siguió haciendo cambios y modificaciones hasta el mismo año de su muerte, en 1959. Construida en las montañas de Wisconsin, el arquitecto le dio el nombre de un poeta galés en honor a su familia materna, que provenía de allí, pero durante un tiempo la casa, que tiene 524 ventanas pero ningún canalón porque a Wright le gustaba que se formasen carámbanos de hielo en invierno, fue motivo de escándalo y se conoció en la prensa como “la granja del amor” y “el castillo del amor”. Más tarde, su leyenda se volvió mucho más negra, cuando se convirtió en el escenario de la llamada “masacre de Taliesin”. Pero para llegar hasta ahí, antes hay que empezar a desentrañar toda la agitada vida sentimental del arquitecto, que se casó cuatro veces y tuvo siete hijos.