En primer lugar, quisiera confesar que siempre tengo problemas para presentarme con una etiqueta clara. Colaboro con la Asociación Nuevos Caminos, así que soy cooperante expatriada; soy laica comprometida de una comunidad de la Iglesia Católica, o sea que se me puede etiquetar también con el término misionera, y algunos niños, aquí en la República Dominicana, al saber que trabajo con base en la parroquia me llaman “la monja”, o, lo que es más gracioso, “la padra”. Yo casi prefiero escuchar mi nombre y dejar de lado títulos y etiquetas.