Si se teclea Botero en Google, sale J Balvin hablando de colores. J Balvin el cantante. El de Bob Esponja. El partner de cualquier Grammy Latino. La banda sonora de Tik Tok. ¿Qué hace el príncipe del reguetón hablando del rey del volumen? En un primer momento, la asociación parece estrambótica, aunque a los minutos de su crítica de arte en spanglish ambos artistas de Medellín están cada vez más cerca. Los dos son famosos, les gusta lo ampuloso y mueven fácilmente a las masas a la pista de baile y a la del museo. No hay doblez en su literalidad. Ni media sospecha de un doble sentido al que acogerse. Nada. Lo que vemos es lo que es. Un realismo demodé y un hit que invita a buscar un paraguas. Una doble alianza popular. Así es el perreo boterista que se baila ahora en Madrid desde la mayor retrospectiva de Fernando Botero en CentroCentro. Los chistes sobre los cuerpos del posconfinamiento se oyen ya en la puerta. Las críticas sobre el porqué de una exposición a comisión organizada por Arthemisia, la empresa italiana especializada en productos de entretenimiento popular, crecen en fueros algo más internos.