Concluye Ernaux: “Esto no es una biografía, ni una novela, naturalmente, quizá algo entre la literatura, la sociología y la historia”. Este resumen coincide con el desencadenante del libro: “Mi proyecto es de naturaleza literaria, puesto que se trata de encontrar una verdad sobre mi madre que solo puede alcanzarse mediante palabras”. La característica principal de los textos de esta brillante escritora radica en que, con una violencia expresiva casi imperceptible, natural, nos fuerza a trascender el estilo para expulsarnos hacia la realidad y hacernos pensar en la vida. La depuración y la sabiduría en cada una de sus elecciones estilísticas aprieta en el foco exacto de un dolor, íntimo y personal, que, sin embargo, es común: hablar de la degradación de la madre es hablar de la proximidad de nuestra propia degradación. Ernaux propina golpes llenos de sentido, se concentra productivamente en una foto, en lo externo, lo contextual: allí subyace la prospección psicológica. Las frases, pronunciadas por la madre, repetidas, tienen en su vulgaridad una potencia epifánica. La escritora describe cómo la fuerza y la luz de una mujer se van demacrando con la demencia y, en ese relato que intercala biografía y reflexión sobre el proceso de escritura, textos y vida se solapan, se reconcentran, reaparecen, trazan círculos… Ernaux evoca una frase en una carta de la madre que será el embrión de otro libro sobrecogedor: “Querida Paulette, no he salido de mi noche…”.