Las dos mayores colaboradoras de Jean-Christophe Verstraete, un profesor de Lingüística de una universidad belga, dedicaron sus últimos años a ayudarlo en una tarea que solo ellas, en todo el mundo, podían llevar a cabo: preservar para la posteridad su idioma, el umpithamu, una lengua de los aborígenes australianos. Las mujeres, las últimas hablantes nativas, murieron en 2009 y 2012, pero para entonces ya habían contribuido en parte a las 500 páginas de un libro y una app de audio con la pronunciación de muchos vocablos que Verstraete ha completado ahora.