1994 fue un año muy prolífico en partidas grandiosas, y nadie cuestiona que esta es, además, una de las mejores de la carrera de Gari Kaspárov, como él mismo señala. Lo tiene todo: un sorprendente sacrificio en plena apertura; una dura oposición de un rival también genial, Alexéi Shírov; y gran brillantez y precisión en la explotación de la ventaja adquirida.