Lo nuevo de Public Enemy no es un disco, es un ejercicio de supervivencia. Más de 30 años después de reventarlo todo con un par de álbumes absolutamente anclados musical y temáticamente en el momento, no solo mantienen aquí la cabeza a flote, sino que lo hacen sirviéndose de una serie de armas que sobre el papel parecen una receta perfecta para ser inmediatamente desterrados al rincón de la eterna irrelevancia.