Camiseta negra, bañador rojo y chanclas blancas de dedo. Mientras el mundo del fútbol y, especialmente, millones de seguidores culés, mantenían la respiración por la posible marcha del futbolista mejor pagado y más aclamado de la historia, el aludido, Lionel Messi, se parecía más al cliente de un chiringuito en domingo. Ni el anuncio público este pasado 4 de septiembre de su continuidad en el F.C. Barcelona tras haber concebido el culebrón que hizo temblar los cimientos del Camp Nou le motivó a vestirse para la ocasión.