A veces una época marca con su sello a aquellos que se adelantaron a su tiempo, haciendo de su vida el experimento en el que teórica o prácticamente se dan cita las tensiones, los límites, las esperanzas que la atraviesan. Pocas historias como la de Walter Benjamin podrían reconocerse de esta generosidad y de esta tragedia. Del 15 de julio de 1892, fecha de su nacimiento en Berlín, al 26 de septiembre de 1940, cuando decide terminar con sus días en una fonda de Portbou huyendo de los grilletes hitlerianos —celebramos ahora el 80º aniversario—, transcurre un tiempo marcado por una peregrinación, cuyos márgenes coinciden con los de una época.