Es una de las formas más placenteras de recorrer el mundo y, de paso, apreciar la lentitud que requiere un gran viaje. Embarcarse en una aventura en la que el agua es la protagonista absoluta va mucho más allá del clásico crucero turístico con todos los gastos incluidos. Hay otras opciones para transitar por mares embravecidos, tranquilos ríos o lagos mansos: desde las románticas falúas que navegan por el Nilo hasta la experiencia de subirse a un carguero para llegar a los confines del planeta. Travesías que recuperan el auténtico placer de viajar.