Hace un par de años escribí un artículo titulado El bar de la esquina que era una loa a la maravillosa institución ibérica de la tasca de barrio. No busquen en mis palabras ninguna ironía: lo estoy diciendo muy en serio. Durante muchos años España ha sido el país con más bares de todo el mundo; en 2016 la consultora Nielsen contabilizó 260.000 locales, uno por cada 175 habitantes, la cifra más alta de la Tierra; una cantidad tan abultada que, por ejemplo, teníamos más bares que la suma de todos los que había en Estados Unidos. Un récord de este tipo no es baladí; sin duda guarda una profunda correlación con nuestra idiosincrasia.