En Casa Protea no venden geranios, ni orquídeas ni ramos de margaritas. Sí que tienen, en cambio, ejemplares de Pachypodium bispinosum, con su aspecto un tanto prehistórico, infinidad de suculentas y las inevitables monsteras. Tampoco se definen como una floristería, sino como un estudio para coleccionistas de plantas. Y, aunque parezca mentira, todo esto es menos pijo y elitista de lo que podría pensarse a primera vista.