Dos años antes de la pandemia, el National Institute of Mental Health de Estados Unidos estimó que uno de cada cinco habitantes sufría ansiedad. De hacerse ahora un estudio similar, probablemente este índice sería aún más alto. Uno de los primeros estudios realizados en China, el lugar del primer embate del coronavirus, halló que un tercio de la población padecía ansiedad de moderada a severa. Al estrés sostenido de la vida contemporánea se suma ahora la incertidumbre, que es un generador natural de temores y angustias.