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Al superviviente

Mi querido amigo: confío en que al recibo de la presente os encontréis bien de salud tú y los tuyos, nosotros también, a Dios gracias”. Así iniciaban las cartas nuestros mayores, y con el mismo ceremonial —que me figuro inseparable del sombrerazo o la reverencia galante— me comunico contigo a través de la mujer que recoge nuestros papeles.

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