¿Y si existiera un lugar gobernado por la ciencia, en el que desde hace décadas predomine el respeto por los animales y la cooperación entre países en vez del conflicto? Ese lugar no es imaginario; se encuentra en nuestro mismo planeta y ocupa el espacio equivalente a una vez y media Europa. Se llama la Antártida y es un gigantesco laboratorio en el que se analiza el impacto climático que definirá el futuro del ser humano.