A 300 kilómetros de allí, en Madrid, un padre llevaba una semana en vilo por no saber nada de su hijo en todo un día. Jorge Villa, transportista madrileño de 48 años, tenía que haber llegado esa noche procedente de Barcelona con los enseres de una mudanza que se produjo el 14 de diciembre. La desaparición del hijo y el hallazgo de la maleta confluyeron. Eran sus restos los que estaban en aquel balcón del piso de la calle Vía Verde de Zaragoza.